“… Nadie debe ser principiante en materia de entrenamiento físico. Es una vergüenza para el hombre envejecer sin ver la belleza y fuerza de la que es capaz su cuerpo…” Sócrates.
Cuando una persona se preocupa por su salud o su apariencia y decide salir un poco del sedentarismo, lo primero que piensa es en empezar “el gimnasio” (llamamos gimnasio a los lugares convencionales con muchas máquinas y poleas, actualmente se usa el mismo término para referirse a lugares donde se practican además otras actividades como crossfit, artes marciales, etc). Una vez pagada la suscripción en la primera charla con el instructor lo más escuchado es: “vengo a tonificar un poco, no quiero ponerme grande” esta idea es totalmente equivocada, es como ir a jugar un partido de fútbol y pretender no patear nunca la pelota. (Esta persona debería comenzar por la base, aumentar su movimiento, leé el post de movilidad).
Lo que se practica en los gimnasios es una disciplina que conocemos como fisicoculturismo o simplemente culturismo. Como toda disciplina tiene un objetivo, y la de este es puramente estético, la musculación; ganar y moldear músculos, dándoles esa apariencia de inflados. En ningún momento se pretende una transferencia de lo entrenado a otros aspectos de la vida, laborales o deportivos. La mecánica para lograr esos músculos es entrenar basándose en rutinas weider, estimulando uno o dos grupos musculares diarios mediante movimientos aislados, requiriendo varias horas de entrenamiento semanales y un alto volumen de repeticiones. Un programa de estas características es muy difícil de cumplir para la persona que estaba preocupada con su salud, o aquella con ganas de generar un cambio visual; derivando en el abandono de la actividad por la falta de cambios en el mediano plazo. Con esto no quiero decir que el culturismo sea malo, por el contrario sin el uso de esteroides lo considero un arte muy respetable y admirable.
“… Si vas a entrenarte sin el concepto de que es algo real, te engañarás a ti mismo…” Bruce Lee.
Con el fin de separarse del culturismo desde principios de este siglo se ha puesto de moda un concepto en el mundo del acondicionamiento físico, el llamado entrenamiento funcional. Esta manera de entrenar apunta a mejorar la función del cuerpo, entrenamos como funcionamos. La idea es hacer los patrones básicos de movimientos con eficiencia, de manera tal que tengan transferencia a la vida real mejorando nuestro día a día. Caminar, correr, agacharnos, levantarnos, trepar, saltar, empujar son habilidades necesarias en nuestra vida, y la única forma de mejorar estos aspectos es adquiriendo un mejor control de nuestro cuerpo. Si bien se publicita como algo completamente novedoso, en realidad no lo es; los pueblos antiguos como los greco romanos y los viejos maestros de artes marciales tenían perfecto dominio del cuerpo sin importar su edad (es más, a los 60 o 70 años parecían de mucho menos) y era imposible que consiguieran este control en un gimnasio.

Además de tener un buen control corporal, en la vida diaria precisamos también utilizar objetos; trabajar con ellos, levantándolos, empujándolos, moviéndolos, algunos de ellos inclusive son pesados razón por la cual requerimos adquirir algo de fuerza y habilidades naturales que nos permitan manipularlos. Parecería que el culturismo sería una solución funcional, ya que hay pocas actividades donde se enfoque tanto en la ganancia de fuerza y el desarrollo de la masa muscular; pero realmente no lo es. Es cierto que cualquier resistencia fortalece nuestros músculos, pero las trayectorias rígidas, las posturas forzadas y el aislamiento muscular no nos permiten desarrollar una fuerza coordinada, no nos enseñan a manipular peso, sino a manipular peso en esa condición. Podemos levantar muchos kilos en press de bíceps, pero nos lastimamos llevando las compras del mercado mientras caminamos hacia el auto.
Nuestro cuerpo es un todo y así deberíamos entrenarlo. Este concepto suplanta la idea del culturismo de pensar el cuerpo como músculos inconexos que precisan ser excitados aisladamente para sacar de ellos su mayor potencial. Nuestro cerebro evolucionó para movernos mejor, buscando la efectividad en los movimientos, bajo este enfoque es absurdo pensar que los músculos antagónicos compiten durante el movimiento para ver cuál es el vencedor. Por el contrario, van variando su función en forma excéntrica, isométrica y concéntrica según la variabilidad del trabajo.
Tomemos como ejemplo el cuádriceps; es fácil notar que se activa para extender la rodilla, pero cuando estamos corriendo trabaja excéntricamente para controlar la flexión de la rodilla y a su vez ejerce fuerza para lograr la estabilización de la misma evitando que se disloque. Entrenar esto en una camilla de cuádriceps es imposible, simplemente porque no existe contacto con el suelo, es una actividad sin transferencia real a la vida y mucho menos a la práctica deportiva. Dicho esto no quiere decir que bajo cierto contexto, por ejemplo una rehabilitación, la camilla de cuádriceps no sea útil.
Para finalizar, que un entrenamiento sea de tipo funcional no quiere decir que se utilicen pesos libres o el propio peso corporal, o que empleen elementos como TRX, anillas, Kettlebells o ruedas. La característica de funcional la adquieren al utilizar varias habilidades durante los entrenamientos, como por ejemplo:
El equilibrio, levantar peso es una cuestión de equilibrio es como una grúa hay estabilizar bien para luego comenzar a levantar peso. Gestionar un peso sin equilibrio genera sobrecargas en puntos de la columna que luego repercuten en lesiones.
La coordinación, si no hay coordinación, no se puede ganar fuerza, finalmente la fuerza y potencia es coordinación intramuscular y entre distintos músculos.
Y la fuerza. Una vez pulidos el equilibrio y la coordinación, es ideal comenzar a ganar fuerza con un objeto que podamos controlar bien, una kettlebell por ejemplo; para finalmente mejorar marcas propias de fuerza máxima de manera más eficiente y con menos riesgo de lesión.
Si en cada entrenamiento ponemos a prueba estas cualidades, adaptadas a nuestras condiciones personales, consiguiendo paulatinamente mejoras en nuestros movimientos y estabilidad, permitiéndonos aumentar poco a poco el rendimiento, podemos estar seguros que nuestro entrenamiento es funcional.