El peligro de la rigidez corporal

El estilo de vida actual sin darnos cuenta está comenzando a deteriorar nuestra capacidad de movimiento. La gran mayoría ni siquiera nos dimos cuenta de lo que fuimos perdiendo hasta que de alguna forma u otra terminamos con alguna lesión, inclusive así muchos tampoco percibimos las restricciones que la provocaron y sólo culpamos a la mala suerte.

Nuestro cuerpo se adapta a las situaciones a la que lo sometemos para responder de la forma más eficiente. De esta manera los movimientos que dejamos de realizar, el cerebro se encarga de desactivarlos para ahorrar energía  y el cuerpo adopta la forma adecuada para los repetitivos. Aun así, si un día queremos realizar uno de esos movimientos “olvidados” nuestro cuerpo hará todo lo posible para obedecernos, a pesar de sacrificar calidad del movimiento, a esto se lo llama compensación.

Estas compensaciones son excelentes métodos para sobrevivir, por ejemplo huir de un depredador  mientras tenemos un pie lastimado, improvisando una carrera con renguera; pero cuando estas compensaciones pasan de una forma u otra a ser parte de nuestros movimientos normales empiezan los problemas.

Veamos un ejemplo clásico, un oficinista que pasa la mayor parte de su día sentado, entre el trabajo y sus ratos de ocio redondea unas 10 horas. Tanto tiempo en esa posición puede derivar en acortamiento o rigidez de los músculos de los flexores de cadera, y lo que se denomina amnesia glútea o glúteos dormidos, donde los mismos se encuentran desactivados o atrofiados imposibilitando reclutarlos para realizar su función. 

Sin embargo, a nuestro amigo le interesa jugar un partido de fútbol de 1 hora, una o dos veces por semana.  A la hora de correr, los flexores de caderas  y los glúteos son claves para dar cada zancada. Proveen la estabilidad necesaria, manteniendo la cadera centrada y recta evitando desequilibrios, mientras trabajan en la propulsión para correr de manera eficiente. Nuestro oficinista tiene estas zonas de su cuerpo atrofiadas, por lo que el cuerpo cumple la orden compensando  y logrando el movimiento requerido; estabilizando con articulaciones y músculos cuyas funciones deberían ser la de moverse, y viceversa.

Podemos compensar movimientos durante años, sentarnos, correr  o levantar peso; hasta que un día el cuerpo no lo soporta y se lesiona. Con suerte sin llegar a una lesión grave, podemos sentir dolores que desaparecerán y reincidirán mientras no se corrija el problema principal, en el caso de nuestro amigo la cadera.

Da igual si somos sedentarios como el oficinista, hacemos algún deporte o vamos al gimnasio a diario y estamos “entrenados”; cada vez que esforcemos un poco una postura en algún sentido estamos enfrentando una compensación.   A veces estas restricciones de movimiento son severas y quizás necesitemos hasta de un cirujano para solucionarlas, pero muchas de ellas las podemos solucionar mejorando la calidad de nuestros movimientos.

Muchas veces se asume que el problema es falta de flexibilidad, algo que no estaría del todo equivocado. No tener flexibilidad al realizar ciertos movimientos muchas veces puede ser por naturaleza o estilo de vida, pero lo que siempre está sucediendo es que nuestro cuerpo, el sistema nervioso para ser más exacto nos está protegiendo.

Constantemente nuestro cerebro está mapeando los movimientos y las probables posiciones que alcanzaremos, de esta manera sabe que músculos deben estirarse y cuales comprimirse. Cuando intentamos hacer un movimiento que sospecha que somos incapaces de controlar, activa su protección y no nos permite avanzar para evitar que nos lesionemos. Esa protección primero consiste en tensar músculos, restringiendo nuestro rango de movimiento y si lo exigimos un poco nos genera dolor para avisarnos que no debemos continuar.

En este caso, el dolor no es sinónimo de daño sino un reflejo, si no me crees, prueba estirar un músculo y ve el rango que alcanzaste cuando sentiste dolor. Ahora pídele a un amigo que te ayude a llegar un poco más lejos. Tu cerebro no puede controlar la fuerza que impone tu amigo, por lo tanto llegaras un poco más profundo en la posición y no se dañaron tus músculos.

Para ganar flexibilidad debemos mostrarle a nuestro cerebro que esos rangos que pretendemos alcanzar son seguros, hacerlo mediante estiramientos es posible aunque son imprescindibles voluntad, disciplina y paciencia de hierro porque necesitamos muchas horas semanales a la exposición estática en estos rangos; algo que por lo pronto ya suena aburrido y difícilmente encontremos tanto tiempo libre.

Por suerte existe otro modo para empezar a superar las compensaciones, que no requiere de tanto tiempo y a mi punto de vista resulta más útil para la vida; entrenar la movilidad. O sea moverte en rangos, posiciones y ángulos extremos, recordando que los extremos son propios de cada uno individuo. Y como yapa este método nos regalará un poco de flexibilidad.

Entonces ¿cuál es la diferencia entre flexibilidad y movilidad? En la próxima entrada hablaremos del tema y veremos bien con ayuda de algunos ejemplos útiles.

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